10 de febrero de 2011

Dormir más para correr mejor

Todos dormimos.  Es universal, es humano, es animal...  No podemos sustraernos.  La diferencia está en que algunas personas desearían dormir más y otros, en cambio, anhelarían dar con la fórmula secreta que le roba horas al sueño para hacer los días más largos.  

Una corredora debería hacer del sueño un aliado.  Una atalanta no se forja sólo a base de entrenamiento, buena alimentación, masajes, gimnasio, etc.  Suficientes horas de sueño reparador pueden ser el factor que incline favorablemente la balanza hacia un mejor rendimiento deportivo. 
  


Cuando dormimos, la hipófisis secreta hormona del crecimiento de forma pulsátil.  Ésta estimula la síntesis de proteínas, el metabolismo de las grasas (lipólisis) y la regeneración ósea y muscular.  Dicho de una forma sencilla:  se quema grasa sin tocar músculo, con lo que éste puede trabajar de forma más eficiente ya que se preserva el glucógeno muscular (nuestro combustible al correr).

Con estos datos, no es de extrañar que algunos encuentren en la versión sintética de esta hormona una sustancia de dopaje muy golosa (y muy difícil de detectar, además) dentro de algunos círculos inescrupulosos del deporte de élite.  Pero volvamos a temas más cercanos… 

No hay duda de que la falta de sueño acarrea irritabilidad, falta de concentración, ansiedad y hasta torpeza.  Pero, ¿por qué?  ¿Será porque, tal vez como dijo Shakespeare, estamos hechos de la misma materia que los sueños?  Puede… Aunque químicamente hablando, no somos más que proteínas; ellas constituyen nuestra esencia.  Y para que lleven a cabo la función de la que depende básicamente nuestra vida, deben estar plegadas de modo que adquieran su adecuada estructura tridimensional.  De una proteína que no hace esto, se dice que está “desnaturalizada” y tiende a precipitarse o acumularse de forma tóxica, interfiriendo con la actividad celular y acumulándose de tal forma que el colapso se manifiesta de forma visible para nosotras a través del cansancio y el resto de síntomas antes mencionados.  Afortunadamente, a veces este proceso es reversible y un buen descanso (hablo de dormir en profundidad, no de tumbarse un rato) elimina estos “atascos proteínicos” y devuelve a la molécula su estructura correcta.

Casi con carácter general se puede afirmar que menos de seis horas de sueño al día conduce a una mala calidad de vida.  Obviamente no para todo el mundo, pero sí rotundamente para personas que realizan esfuerzos físicos y mentales con regularidad (deportistas de cualquier nivel, estudiantes, personas dedicadas a trabajos intelectuales o creativos).  Un adulto que encaje en uno o más de estos grupos, debe procurar dormir entre siete y ocho horas seguidas como mínimo.  Y si a mitad de jornada puede intercalar una corta siesta, miel sobre hojuelas. Por cierto, eso de echar una cabezadita por la tarde se corresponde a un patrón bifásico del sueño, que es el natural en la especie humana, o sea, que lo de siesta = Patrimonio de la Humanidad no va desencaminado del todo.

Dos noches antes de tu próxima cita deportiva importante, además de súper hidratarte y llenarte las reservas de hidratos de carbono, intenta dormir un poco más que de costumbre.  No suele ser fácil conciliar el sueño la noche previa a una competición y la ansiedad y expectación pueden desajustar el toque final de un entrenamiento fino.

2 comentarios:

jaimescolano dijo...

Comer, masajear, descansar-dormir... Son pilares básicos del ejercicio. Yo ahorica mismo me pegaba una siesta que... Saludos amiga

AtalantasWeb dijo...

Que no te pase como a mí, que comer me da sueño y dormir me da hambre...